miércoles, 30 de julio de 2014

         V Jornadas de la Sal en Salinas de Medinaceli.


 Nuestra provincia, hoy en día humilde y casa despoblada, encierra sin embargo valiosos tesoros que a veces pasan casi desapercibidos o son poco conocidos. Uno de esos tesoros se encuentra en el sureño pueblo de Salinas de Medinaceli donde desde muchos siglos se obtenía ese oro blanco que es la sal, una sal que tuvo una importancia tan destacada que incluso en algunos momentos y sitios sirvió de moneda. Poco a poco su valor fue decreciendo y las salinas se cerraron, pero con la misma humildad que tiene la provincia y que caracteriza a sus gentes, los de Salinas de Medinaceli nos ceden orgullosos desde hace cinco años otro gran tesoro, la posibilidad de volver a vivir su brillante pasado y conocer de primera mano como se extraía tan renombrado producto. Este año lo aderezan con unas estupendas migas -de almuerzo- y una sabrosa paella -de remate y colofón a tan interesante jornada-, para comer. No te lo pierdas.

Según nos han comentado los vecinos, y puesto que no se persigue afán de lucro alguno, las migas serán gratuitas y la paella tendrá un coste en torno a los diez euros.

Situación:

El pueblo está situado junto a la autovia A-2 (Madrid-Zaragoza-Barcelona), muy cerca de la turística localidad de Medinaceli.



Ver Salinas de Medinaceli en un mapa más grande




Para que puedas conocer mejor lo que supuso la sal para los habitantes de este planeta desde la antiguedad hasta hace algunas décadas y conozcas igualmente mejor lo que fueron y son las salinas de Salinas de Medinaceli, te incluimos este magnífico texto de Angeles Serrano Anguita:



              JORNADAS DE LA SAL, SALINAS DE MEDINACELI

                                           LA SAL DE SALINAS

                (Por Angeles Serrano Anguita, fotos Vecinos de Salinas) 

 



I LA SAL

El cloruro sódico o la sal es, en términos químicos, una de las más básicas moléculas de la tierra. La sal se encuentra de manera natural en muchas partes del mundo en la forma de mineral (sal gema) y también como una mezcla de sales evaporadas en los lagos de agua salada. Los depósitos subterráneos se encuentran incrustados en capas sedimentarias y en las minas de sal (como es el caso que nos ocupa). No olvidemos el agua de mar, que contiene unas inagotables reservas de sal. Los cristales de esta roca varían en color, desde incoloro, cuando es pura, hasta blanca, gris o marrón, dependiendo de qué oligoelementos hay en los depósitos de sal.


II LA SAL EN LA ECONOMÍA Y EN LA HISTORIA

Veamos brevemente lo que ha sido este mineral en la economía y en la historia:

Desde tiempo inmemorial se ha utilizado la sal para conservar alimentos, lo que le concedió un valor económico altísimo y la convirtió en elemento indispensable para los grupos humanos y las sociedades. Se atribuye a los chinos el descubrimiento de las propiedades conservantes de esta roca comestible, aunque no esté documentado este hecho. En el primer milenio antes de Cristo, momento de la expansión fenicia por el Mediterráneo, la sal era un producto fundamental en la economía; gracias a su utilización como conservante de alimentos en salazones de pescado, se convirtió en “moneda de cambio”, o más propiamente en lo que podríamos llamar dinero. Mediante trueque se podían obtener productos, pero la sal funcionaba como más tarde lo haría la moneda, ya en época griega. Y convivió con ésta como elemento de pago. No olvidemos que el término salario, derivado del latín salarium, proviene de la palabra sal y tiene origen en la cantidad de sal que se le daba a un trabajador (en particular, a los legionarios romanos) como retribución económica. También dio nombre a la Vía Salaria, por la cuál llegaba la sal hasta Roma.



La Biblia también alude a este mineral cuando se refiere al pueblo de Dios como “la sal de la tierra”, demostrando lo importante que era. La Edad Media continuó explotando todas las posibilidades del mineral. Hasta el siglo XIX se cobraba un impuesto sobre la sal, que en Francia fue abolido tras la Revolución Francesa.



Así que este mineral ha sido conservante, moneda, condimento y también medicina, porque no podemos olvidar las propiedades medicinales de la “salmuera”, o agua salada. Hoy, la sal también se utiliza en multitud de aplicaciones comerciales, como la fijación de tintes en tejidos, en la fabricación de jabones y detergentes, e incluso se usa para quitar el hielo en carreteras y vías públicas. ¿Y por qué no mencionar la importancia actual de los distintos tipos de sal en la cocina gourmet?



III LAS SALINAS DE MEDINACELI



Nos referimos ahora a los datos históricos de esta mina de sal situada en este escenario del Poema de Mío Cid, en este vallejo sobrio, fundamental, mineral, descarnado, áspero, hundido, salitroso, luminoso, tal y como lo describió en su libro sobre el Alto Jalón uno de nuestros más valiosos vecinos, el lamentablemente desaparecido Alberto Manrique, hombre generoso en adjetivos.




Parece atestiguada la existencia y explotación de las salinas en época romana por una teja encontrada en la ciudad de Tiermes. Un grafito realizado en la tégula menciona, presuntamente, la obtención de sal que ha sido relacionada con la zona de Medinaceli por algunos investigadores. Pero también es presumible que los Belos, pobladores del lugar en época celtibérica extrajeran ya esta materia, aunque no haya ninguna constancia arqueológica ni histórica.

Las salinas dan nombre al río Xalón, que significa salado en castellano antiguo. El cuál podemos ver al final de las salinas abriendo una vía de comunicación, un camino, de los más importantes de nuestra Península desde la Prehistoria más lejana hasta hoy. El mineral se continuó obteniendo durante la Edad Media. Autores musulmanes mencionan la salinidad del río y el entorno, lo que nos lleva a pensar que muy probablemente durante la ocupación islámica se extrajera sal.

En el siglo XII, poco después del otorgamiento del Fuero de la Villa de Medinaceli, hay noticias de una compra parcial de estas salinas por parte del Obispo de Sigüenza a particulares; venta que debía ser confirmada por la reina Doña Urraca. Menciona Marisa Bueno en un artículo publicado en 2012 que popularmente se conocían como salinas de Landet, y que en 1182 sus diezmos fueron cedidos al Monasterio de Santa María de Huerta por el Obispo de Sigüenza.

Situándonos ya en el siglo XIII, en 1218 Fernando III concedió a la Orden de Calatrava el derecho para sacar anualmente 2 cahíces toledanos de sal (hay autores que mencionan 12 cahíces) en las Salinas de Medinaceli. Concesión que confirma Alfonso X en una carta otorgada en Valladolid en1255. 

Mediado el siglo XV, como se menciona en la Legislación Hacendística de la Corona de Castilla en la Baja Edad Media, el rey Juan menciona las rentas que  producían, establece precios y cantidad que permite extraer y habla de “sus arrendadores” y las “dichas mis salinas” a las que denomina de “Allandete”. Así vemos como fueron propietarios la corona, la aristocracia y la iglesia. 

En 1570 pertenecían al Duque de Medinaceli, momento en que las cedió ala Corona a cambio de otras prebendas. Ésta ejerció el monopolio desde que Felipe II estableció el llamado Estanco de la sal en 1564, hasta avanzado nuestro convulso siglo XIX, cuando tuvo lugar el llamado Desestanco de la sal, momento en que las salinas pasaron a manos privadas. Éstas, en concreto, fueron vendidas por el Estado en 1871 a una sociedad privada, y fueron cambiando de dueño hasta que en 1974 las adquirió su propietario actual D. José Hernangil, que amablemente nos acompaña hoy.


Él es su propietario desde esta fecha, pero ha estado ligado a esta explotación de carácter preindustrial desde muchos años antes, cuando en su juventud comenzó a trabajar en ella, siendo primero administrativo, luego administrador, más tarde explotador y por último la adquirió. Toda una vida. Mientras, poco a poco, el mineral fue perdiendo valor y se abandonó la producción en esta mina de sal en 1994. A ello contribuyó su bajo rendimiento en relación con las salinas costeras.





IV LA TÉCNICA TRADICIONAL DE EXTRACCIÓN DE SAL Y
LAS ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS RELACIONADAS.

Vamos a contar el proceso de extracción de la Sal, haciendo referencia a las estructuras arquitectónicas relacionadas con él:

Consta esta mina de cuatro pozos de agua salada o cuatro salinas. Tres están en esta zona en la que nos encontramos y un cuarto junto al caserío que constituye el pueblo de Salinas. Esta cuarta salina se abandonó bastante antes, a mediados del siglo XX, por la baja densidad de la salmuera y su consiguiente menor rendimiento en sal. Dos de los pozos incluso llevan el nombre de alguno de sus diferentes propietarios, así se llaman Eloísa uno y Santiago otro.


Son de origen triásico, período geológico en que el mar que inundaba estas tierras entró en regresión. Esto ha originado una corriente subterránea de agua salada que procede de un manantial madre cuya situación no conocemos. Esta corriente de agua salada aflora en los 4 pozos o salinas ya mencionados.


Hasta hace relativamente pocos años el agua se extraía de estos pozos con norias de tracción animal, movidas por caballerías. A partir de 1951 se instalaron ya bombas con motor de gasolina que subían el agua a la superficie. Desde cada pozo un sistema de canalizaciones de cemento, que antes fueron de barro cocido o madera, más resistentes estos dos últimos materiales a la corrosión de la sal, enviaba el agua salada a los reposaderos o recogederos, como se han denominado popularmente. Son estos embalses de mayor tamaño, donde se almacenaba el agua salada durante todo el año hasta el momento de ser distribuida a las albercas, también llamadas eras, mediante un sistema de canales similar al citado. Son las albercas, estos embalses rectangulares o cuadrangulares de poca profundidad.

A mediados del siglo XIX había aquí 94 eras de cristalización de sal. Están constituidas por un empedrado bordeado con madera, material éste que resiste bastante bien la corrosión que se genera. También listones de madera separan unas albercas de otras, hincados en la tierra y el empedrado, para controlar la cantidad de líquido vertido. Se colmataban  con la salmuera hasta unos 10 cm. de altura. La cantidad de agua con que se llenaban las eras o albercas era determinante en la cantidad y la calidad de la producción obtenida. Éste último proceso de distribución del agua salada a las albercas se realizaba exclusivamente en verano, cuando el calor consigue la evaporación del agua y permite conseguir los preciados cristales de esta roca comestible que es la sal. Este sistema de producción por evaporación se denomina “a lleno”.
 


La piedra del fondo de las albercas y los andenes, o calzadas como se las denomina aquí, usados para la recogida del mineral, se comenzó a usar, al parecer, desde el monopolio real, al igual que los listones de madera. Antes de este monopolio o Estanco, en la mayoría de salinas de la Península, el suelo era terroso y la división de las albercas estaba hecha con la propia arcilla triásica, lo que confería a la sal obtenida un color terroso y múltiples impurezas. La piedra se mantuvo frente al cemento, el cual no resiste la corrosión salina.

Cuando se acercaba el calor tenía lugar el proceso de preparación y limpieza de las albercas, que consistía en un primer barrido con escobas para sacar el “tarquín”, como se denomina aquí al barro o légamo que encenagaba los estanques durante los períodos de inactividad. En un segundo paso se aplicaba agua dulce a presión sobre el fondo de las albercas. Antes de poder hacerse con agua a presión se inundaban con agua y se vaciaban hasta conseguir la mayor limpieza posible. Después de San Isidro o a finales de mayo se llevaba a cabo la “quiebra” de la sal, despegando ésta de las piedras con los rastros de madera, si el tiempo era frío la capa de sal era más dura y había que picarla con azada.




La época de recogida de los valiosos cristales de sal solía comenzar haciafines de julio, sometida a la intensidad del calor que hiciera ese año. El tiempo de evaporación era variable y dependió de la climatología, en verano en estas salinas podía durar varios días, entre 6 y 12, según el calor y las lluvias, siendo lo más frecuente 7 días. Una vez evaporada el agua, los salineros se adentraban en las albercas para recoger la cosecha de sal con rastros de madera, lo que también se denominaba “desorillar”, arrastrando la sal de las orillas para conducirla al centro de la alberca, y luego con la rastra de madera (más grande que los rastros) llevarla a las calzadas y allí amontonarla para facilitar su secado durante un día aproximadamente.




Cuando se hacía la última recogida se realizaba otro barrido de albercas con escobones, para dejarlas en las mejores condiciones para recibir de nuevo el agua salada o esperar las labores del año siguiente.
 

Tras estas faenas, los salineros paleaban la sal para cargarla en distintos medios de transporte dependiendo del momento, así se utilizaron caballerías con serones, hasta 40 animales se dedicaron a este menester. Ya en el año 1955 fueron sustituidas por un pequeño tractor a gasolina con pala. Un elemento exótico en aquellos tiempos. En ambos casos conducían la sal gorda, los preciados cristales, a los almacenes donde se entrojaba.

Aquí, en medio de la explotación podemos ver uno de los almacenes de sal, queda otro en el interior del pueblo, conocido con el nombre de “El Salero”, que hoy se halla transformado en su zona superior, reutilizada como viviendas. Éste último fue abandonado como almacén en torno a 1957. Estas edificaciones siempre fueron de piedra y muy sólidas para resistir los fuertes empujes que origina este mineral sobre las paredes.




Desde aquí se trasladaba, durante el monopolio de la Corona, a los alfolíes, almacenes redistribuidores del producto, desde donde se enviaba a su destino definitivo.



A mediados del siglo XIX, todavía en manos reales, la explotación contaba también con una casa de administración, otra casa para los oficiales que vigilaban la producción para evitar mermas, coloquialmente “que nadie se llevara ni un grano”, y una caseta para los aperos de trabajo.



Los cambios producidos por los avances tecnológicos, por los traspasos de propiedad y las diferentes posibilidades económicas de los dueños, a lo largo de la dilatada vida productiva de las salinas suponen, para algunos estudiosos, cambios en la fisonomía de las estructuras construídas y en los materiales utilizados en ellas, aunque faltan estudios en este campo para poder hablar de hechos y no de conjeturas.



No debemos olvidar que las construcciones populares son las más

interesantes por su austera belleza, su sencillez y funcionalidad.

También cabe resaltar la importancia de estas explotaciones salinas en la antropización del hábitat, la ocupación y transformación del paisaje por el hombre. A ellas se debe la existencia del caserío que hoy es el pueblo de Salinas. Ellas añadían un necesario complemento salarial para los habitantes del lugar, dedicados a la agricultura y el pastoreo de ganado lanar.


V EL FUTURO DE LAS SALINAS DE MEDINACELI

Y llegados a este punto nos preguntamos ¿Cuál será el futuro de estas sencillas, humildes, en su momento prácticas y funcionales, y hoy casiinútiles estructuras? ¿La ruina? Queremos intentar que no sea así, y en esa vía se está trabajando, para ello se están consolidando los lienzos y tejados de los pozos, queda actuar sobre los empedrados y otros elementos que va mordiendo el tiempo y el desuso. Labor ingente para los propietarios.

Pero todos deseamos un futuro mejor, para este elemento de nuestro patrimonio industrial, como se viene denominando en los últimos tiempos, susceptible de ser estudiado con metodología arqueológica. Para ello debemos seguir reclamando de las Administraciones públicas un poco más de atención y protección, y, ¿por qué no? también de las instituciones privadas.

En la actualidad se extrae salmuera, que se transporta en camiones cisterna para esparcirla en las vías públicas, y evitar así el hielo. Este uso está ayudando a mantener la arquitectura de los pozos.


Antiguo cartel.
Las aguas fueron declaradas minero medicinales en la última década (2006) gracias a la iniciativa del propietario de las salinas Don José Hernangil y su hijo, que como hemos dicho ya, hoy han podido acompañarnos en este pequeño homenaje a una forma de vida ya desaparecida. Quizás sus propiedades terapéuticas, ya que son muy aconsejables para los problemas de piel y reumáticos al poseer efectos antiinflamatorios y analgésicos, consigan dar una utilización más a estas aguas y permitan conservar estas estructuras como patrimonio industrial, etnográfico e histórico, patrimonio cultural en definitiva, y de ese modo todos podamos recordar que hubo otra forma de vida en torno a estas albercas y estos pozos de agua salada.

Gracias a todos por venir a este escenario celtibérico, romano, cidiano…,que hoy cuenta con vuestra grata presencia, y que mañana quedará de nuevo sumido en su habitual y silenciosa soledad… y gracias por compartir con nosotros este día.
 
 
Nuestro más completo agradecimiento a Alicia Casado que se ha desvivido por facilitarnos toda la información necesaria sobre las Jornadas y nos ha puesto en contacto con la autora de este artículo. A esta última, a Angeles Serrano, agradecer igualmente de todo corazón que nos haya permitido reproducirlo aquí.
 

© Todos los derechos reservados, las fotos han sido cedidas amablemente por los vecinos de Salinas de Medinaceli -vía Alicia Casado y el texto por Angeles Serrano Anguita, no usar ni copiar sin su autorización. 
 


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