miércoles, 21 de agosto de 2013

XII Ruta de las Atalayas. Bordecorex-Rello (Soria).








Preciosa foto de Bordecorex nevada.
Contar tu experiencia sobre una ruta como la de las Atalayas, es sin duda algo que se recuerda con cariño y que dibuja en mi una inmediata sonrisa. Aunque el principio no fue precisamente prometedor, y es que levantarse antes de las 7 de la mañana tenía que estar prohibido por ley. Aclaro antes de seguir que no voy a contaros la ruta del año pasado, sino la de hace dos años porque se va alternando el itinerario entre los dos pueblos de Bordecorex y Rello. Un año se parte de Bordecorex y se termina en Rello y al año siguiente se hace al revés (Rello-Bordecorex). Como bien podéis comprobar en el cartel adjunto, este año la ruta se inicia en Bordecorex y finaliza en Rello y por ese motivo voy a contaros la ruta de hace dos años, que tenía idéntico itinerario que la que se hará dentro de unos días. Hecha esta aclaración, creo que necesaria, sigo con el relato. A esas horas tan tempranas, tu única aspiración es no ponerte un zapato diferente en cada pie o la falda que se dejo tu suegra el otro día en el armario, en lugar de los habituales pantalones que sueles llevar al campo y hacer el cuadro cuando llegues, por citar dos probables ejemplos. Con mucho esfuerzo logré calzarme mis botas campestres, una joya mullida para andar sobre suelo tan desigual, unos pantalones cómodos y algo de abrigo sobre la sencilla camiseta desgastada que elegí un poco al azar (la camiseta no es importante porque después casi todos nos colocamos la que nos regala la organización). Ya mucho más espabilado, cojo el coche y después de recoger a los amigos y familiares que me acompañan, nos dirigimos decididos al pueblo de Bordecorex.
La luna sobre Bordecorex.
Una vez allí descubrimos que hemos sido demasiado madrugadores y que somos los primeros junto a los encargados de abrir el bar. Después de un cariñoso recuerdo mental al que dijo aquello de: "al que madruga, Dios le ayuda" (y a toda su familia) decidimos matar el tiempo visitando el pueblo. Bordecorex fue durante aquellos tiempos en los que moros y cristianos batallan por aquellos parajes casi a diario, un punto estratégico de primer orden, que servía de guardián del camino natural que enlazaba entre la zona de Almazán y Medinaceli con la de Berlanga. Hoy en día, ese camino, siguiendo el curso del rio Torete a través de Fuentegelmes, ha perdido su importancia porque parte de él es una carretera sin asfaltar pero aún así algunos siguen empleándolo porque te ahorra kilómetros.  De su antiguo origen, da fe su sencilla pero bonita iglesia, lo primero que fuimos a ver en nuestro paseo, para posteriormente hacer un completo recorrido por sus calles -el pueblo es pequeño y se puede visitar en un tiempo bastante reducido- de austeras pero robustas casas de piedra, muchas de las cuales llevan viendo pasar el tiempo desde hace dos o tres siglos.  Bordecorex conserva aún su encanto, como diría un amigo mío, "aún sabe a pueblo" cuando paseas por sus calles.

Los originales "gorros".
Pero como ya empezamos a encontrarnos con un numero cada vez mayor de gente mientras paseamos, decidimos volver al bar. Al poco tiempo este se llena y comienza el frenético ajetreo de los organizadores para preparar el copioso alimento que será el motor de nuestras piernas. Enseguida comienza el reparto: camisetas, unos gorros de peculiar diseño (que a mi particularmente me encantaron) y unas sabrosas migas. Pese a que somos muchos los participantes en la ruta y que se forma una pequeña cola, todo se desarrolla con fluidez, en gran medida por la ilusión y amabilidad que derrochan los miembros de la organización.

Las migas están deliciosas y hacen valga la redundancia, las delicias de todos o por lo menos eso parecen mostrar las caras de todos los que vemos a nuestro alrededor. Además hay algo que, en España, siempre indica si gusta una comida o no: el ruido de las conversaciones. Si la gente apenas habla, como en este caso, es que la comida gusta.


Una vez terminadas las migas, estamos listos para lo que sea, pero antes toca hacer la foto de grupo correspondiente.                                                                               

Como puede verse en la foto, las migas tuvieron mucha aceptación.
Tramo inicial, a la salida de Bordecorex.
Iniciamos por tanto, con un grupo que enseguida se estira, nuestra ruta. El primer tramo es fácil puesto que discurre por la carretera asfaltada que une Bordecorex con Caltojar y al ser la vega del río Torete o Bordecorex, es completamente llano, Ya tendremos tiempo de llegar a tramos duros, así es que mejor disfrutemos mientras podamos. El río, ha credo en esta zona un encajado valle, rodeado a ambos lados de la carretera por un profundo valle de apenas medio kilómetro de ancho. Como ya señalé antes, este ha sido un camino natural de gran valor y por ello no es extraño que su entrada aparezca vigilada y protegida por dos atalayas, una a cada lado del valle.

Subiendo hacia la primera atalaya "La Veruela".
Enseguida divisamos la primera -La Veruela-, que afortunadamente no se encuentra sobre la cumbre del alto páramo amesetado que se encuentra a más de 150 m. de altitud por encima de nosotros, sino a menos de media ladera. Abandonamos la carretera para alcanzarla, buscando el camino más recto, campo a través. La ladera que subimos, es sólo un aperitivo de lo que nos espera más tarde, aún así empieza a hacer mella en aquellos que menos "hábito montañero" tienen. La atalaya en cuestión fue restaurada hace pocos años y cuenta con una escalera de acceso exterior para acceder a su interior y otra dentro de la construcción para subir a su parte más alta. Esto favorece que se despierten las ganas de visitarla entre nuestros compañeros de ruta, sobretodo entre los novatos, aunque otros prefieren dedicarse a visitar el surtido avituallamiento -el primero que ofrece la organización- y que permite reponer fuerzas.

Después de un rato disfrutando de nuestra primera parada, nos disponemos a encarar el tramo más difícil de la ruta: la subida a la segunda atalaya, llamada La Ojaraca. Su situación, en el borde de una alta meseta, al otro lado de la carretera que une Caltojar con Bordecorex nos obliga a una salvar una rampa de duro desnivel hasta alcanzarla. No se trata de escalar una montaña pero la ladera se empina con fuerza y aunque es un terreno poco pedregoso y cuya suelo permite caminar con cierta comodidad es el desnivel el que obliga a un ejercicio de valentía.

Iniciando el ascenso a La Ojaraca. Se observa perfectamente la fuerte rampa de acceso.

La Ojaraca.
Mientras cruzo la carretera en su dirección, miro disimuladamente a uno de los amigos que ha venido conmigo porque sé que no está muy acostumbrado a este tipo de aventuras senderistas, y menos aún a estas subidas campo a través. Me preocupa que la cuesta lo deja completamente agotado así es que decido quedarme con él durante la ascensión y tratar de ayudarle en lo que pueda. Lo bueno que tiene ser buen samaritano es que subimos a su ritmo y para mi que suelo recorrer cientos de kilómetros por el campo durante el año -unos cuantos de ellos cuesta arriba-, al caminar con él y adaptarnos a su ritmo, yo voy muy cómodo. Al alcanzar el tercio de la ascensión veo que empieza a sufrir pero aprieta los dientes sin decir nada, así que enseguida le propongo que hagamos un alto en el camino para descansar. Una vez recuperado el aliento reanudamos la ascensión. Por detrás cada uno sube como puede y la columna se alarga. Los más experimentado y en mejor forma ya han alcanzado la cima pero no somos los últimos ni mucho y menos y lo importante es que al final todo el mundo lo consigue y nos reunimos felices en la segunda atalaya. Por mi parte me siento orgulloso de mi amigo, la subida era realmente rompepiernas pero el la ha subido como un auténtico campeón, superando con coraje el desnivel, pese a no ser un senderista avezado. En cuanto a la segunda atalaya, aparece mucho peor conservada que la anterior ya que en realidad solo permanece en pie la mitad de su redondo muro. Mientras recojo una botella de agua en el avituallamiento, no puedo dejar de sentirme atraído por el extraordinario paisaje que se divisa desde arriba ya que la privilegiada situación de la atalaya, en la cima de la meseta muestra todo el valle del río a muchos metros por debajo..
El paisaje que se divisa a los pies de la segunda atalaya es sencillamente espectacular.
Caminando hacia la atalaya de Tiñon.
El paisaje que contemplo concentra toda mi atención, y mi mirada recorre con avidez todo lo que aparece ante mis ojos, sólo las voces de mis amigos, indicándome que nos vamos, logran por fin sacarme de mi ensimismamiento. Lo que viene a continuación es un largo páramo sin apenas vegetación, solo algún arbusto y alguna heroica encina sobreviven en este desolado paisaje, que a mi me parece fascinante. El páramo aparece salpicado por pequeñas construcciones de piedra aquí y allá, piedras colocadas una encima de otra, sin ningún tipo de argamasa que las una y que sirvieron y aún sirven en los pueblos donde aún queda algún rebaño de ovejas (cada vez menos), de refugio de sus pastores. No puedo evitar pensar, con cierta nostalgia, como sería la vida de estos, en este terreno desnudo, batido por duros y fríos vientos durante gran parte del año. Una vida dura pero sin duda  con sabor a libertad.

El terreno es en este caso ya completamente llano hasta llegar a la tercera y última atalaya la de Tiñon. Esta tiene una curiosa forma achatada en su parte superior que junto a su figura mucho mas estilizada que las dos anteriores,  me recuerda desde alguno de sus lados a una bomba de artillería sin punta.
Tiñon.
Aquí viene uno de los momentos más agradecidos, el del bocadillo. ¡y hasta puedes repetir!
Puedo dar fe del hambre que despierta esto de caminar, así es que la mayoría de la gente se dedica a comérselo en corrillos. Una vez terminado nuestro almuerzo, que a todos sabe a gloria, reemprendemos el camino. Una vez bajado campo a través de la altura donde se sitúa Tiñon, bajada mucho menos pronunciada que la rampa de subida, alcanzamos una pista y el camino resulta más "soso" hasta llegar a Rello, nuestro destino final.

Rello es un pueblo increíble, lo he visitado ya una decena de veces y no me canso de repetir. Es además, quizás porque las carreteras de acceso han sido malas y está un poco aislado, una de las grandes joyas desconocidas de la provincia de Soria. Su porcentaje de visitantes anuales es muy inferior a lo que se merece. Puedes comprobar lo que te digo en este video: http://www.youtube.com/watch?v=51zRgs_-bzo de VerSoriatv. Por eso decidimos realizar un mini recorrido por el pueblo antes de la comida. Las casas de Rello, salvo alguna restaurada con un estilo demasiado moderno, son como el páramo, austeras, de una belleza natural y salvaje, pero lo que más impacta es sin duda su recinto murado, recorrer la calle perimetral que bordea gran parte del pueblo y sobretodo llegar a esa parte donde la muralla termina en un cortado que cae a pico sobre la carretera, es algo que se te queda impreso en la retina. Rello está un poco desvencijado pero tiene ese encanto especial de los monumentos que apenas han sufrido retoques desde que se construyeron, hace ya muchos siglos y que son una delicia para el visitante. Ofrece además una peculiaridad muy original, una curiosa picota de hierro junto a la plaza que despierta la lógica curiosidad entre muchos de los participantes.

Después de nuestro pequeño paseo lleno de historia, un breve paso por el bar y nos dirigimos a comer. Una de las largas calles rectas de Rello ha sido habilitada en esta ocasión como gran comedor al aire libre.
Rello, un sitio ideal para una comida de este tipo.

Sin duda una de las cosas que más me ha impresionado cada vez que he participado en este ruta es el ambiente que se respira. Esto es como una gran familia donde todo el mundo se integra con rapidez. Pronto comprobamos ese espíritu mientras comemos: nuestros vecinos, que no nos conocen de nada inician pronto una conversación, y como Soria es un pueblo grande, enseguida encontramos mutuos conocidos y amistades por lo que la pronto nos vemos charlamos de mil temas locales y mundanos de índole variadas mientras disfrutamos de la comida. El tiempo pasa volando con la conversación y acaba la comida haciendo nuevos amigos; en la plaza se está preparando música para que la gente pueda bailar pero nosotros después del madrugón preferimos una retirada estratégica a nuestros aposentos para descansar, pensando ya volver al año que viene, si el trabajo nos lo permite.



Continuará...

La edición de este año:

Un año más la Asociación Amigos de Rello y la Asociación Cultural Río Torete de Bordecorex convocan la Ruta de las Atalayas. La cita será el día 31 de agosto, último sábado del mes. La ruta partirá, tras las tradicionales migas castellanas, a las 8:00 de la mañana de la plaza de Bordecorex y acabará con una comida en Rello, tras la visita a las atalayas Veruela,  Ojaraca y Torre Tiñón.

Más información en la pagina Bordecorex.es: http://www.bordecorex.es/menu/Inicio.HTML


Como inscribirse:


Las inscripciones a la ruta finalizan el día 24 de agosto y los interesados pueden apuntarse en Bordecorex y Rello, así como en Caltojar y Marazobel. Para los que no estéis por la zona estos días y estéis interesados en participar en la ruta también podéis inscribiros en los teléfonos: 650 913 217   (Rello) y 975 343 112 (de Bordecorex); o mandar un correo electrónico a: atalayas@bordecorex.es antes del día 24.
La ruta se pagará a escote antes del inicio de la misma, justo a la entrega de la camiseta.

Como llegar:



Ver Bordecorex en un mapa más grande


Videos:

Ruta de las Atalayas 2007 (en varios videos):
https://www.youtube.com/watch?v=0NYWnJDfUzs
https://www.youtube.com/watch?v=TRL3mu448YY
https://www.youtube.com/watch?v=c0dy4oS4rK0
https://www.youtube.com/watch?v=KYk6S4DKoIA

Pueblo de Bordecorex: https://www.youtube.com/watch?v=yExo9_aGoXc
Pueblo de Rello (video de VerSoriatv): https://www.youtube.com/watch?v=51zRgs_-bzo


© Todos los derechos reservados. Fotografías cedidas amablemente por la web www.bordecorex.es, no usar sin su autorización.

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