miércoles, 12 de diciembre de 2012

          Calatañazor, donde la historia se siente a cada paso.



Me contaron una vez en este pueblo que cuando el gran Orson Welles empezó a rodar allí la película “Campanadas a Medianoche” (basada en varias obras de Shakespeare y ambientada en los siglos XIV -XV), lo único que tuvo que hacer fue quitar los cables de la luz. No es de extrañar, subes la cuesta de la carretera de acceso, doblas la esquina y... ¡de pronto parece que el tiempo se ha detenido! Las primeras casas de Calatañazor parecen transportarte a través de un túnel de tiempo y en unos pocos metros has retrocedido varios siglos.


Continúa andando por sus calles y verás como estas huelen a tradición e historia, es más si cierras las ojos un momento (mira antes a ambos lados de la calle si no viene ningún coche o moto, que las calles son estrechas) podrás escuchar los cascos de los caballos, los gritos de los mercaderes, o el roce de las armaduras…vuelve a abrirlos y sigue tu recorrido, si ya has llegado junto a la iglesia, tuerce por la primera calle de la derecha, sube la empinada cuesta, y después de pasar por un armónico restaurante construido en forma de torreón, cruza la calle transversal y acércate al “Valle de la Sangre”. Hace algo más de mil años aquí se escribió una de las páginas más gloriosas de la historia de España que hizo que Calatañazor aparezca en ella con letras de oro (la batalla del mismo nombre). ¡Ah! y no te sorprendas si al asomarte al ancho valle que tienes delante aún escuchas el entrechocar de las espadas o el grito de los guerreros, aquí todo es posible…   

Un poco de historia

Antes de meternos de lleno con una detalla descripción de Calatañazor, si hemos indicado que aquí la historia se palpa a cada paso que das, es obligado contarla.
Esta se inicia en el "Cerro de los Castejones", situado entre el pueblo y la carretera nacional N-122, al otro lado del profundo barranco que forma el río Milanos. En este lugar llevó a cabo en 1924 importantes excavaciones arqueológicas el insigne arqueólogo español Blas de Taracena, que descubrió los restos de un poblado celtibérico de los siglos III-II antes de Cristo y que continuó habitado hasta la caída del imperio romano. Algunos han identificado estas ruinas con la ciudad de Voluce, pequeña ciudad y parada intermedia entre Numancia y Uxama (dos importantes ciudades celtíbero-romanas) en la calzada romana que unía El valle del Ebro con el interior (llegaba hasta Asturica Augusta, la actual Astorga).

Pero será un poco más tarde cuando el nombre de Calatañazor se haga inmortal. Nos encontramos en pleno siglo X y el río Duero constituye una línea de castillos y fortalezas apoyadas por numerosas atalayas. Calatañazor forma parte de este intrincada red, de las que Medinaceli es el principal bastión y puesto de mando. Desde el norte los cristianos se han ido acercando y pretenden seguir empujando a sus adversarios hacia el sur. Esto convierte a la provincia de Soria en un constante escenario de enfrentamientos; batallas y escaramuzas se suceden.

Es en este contexto en el que un nuevo y poderoso reino está naciendo. En 931 Fernán González ha reunido en torno  a el varios condados menores, fundando el condado de Castilla. El principio es difícil y el conde apenas tiene poder hasta el año 951, tras la muerte del rey León Ramiro II. Cuarenta años más tarde, cuando él muera, Castilla habrá pasado de ser una región dividida y sometida a otro reino, a ser un condado unificado con espíritu emprendedor y militar que abarca desde el Duero hasta el Cantábrico.

En el año 970 muere Fernán González y Calatañazor pronto entrará en la historia, pero para llegar a eso tengo que contaros una bonita historia,. Mejor si os la cuentan como a mi, junto a la muralla, en un punto donde se divisa desde lo alto casi todo el "Valle de la Sangre" . Recuerdo perfectamente aquel día, y recuerdo cada palabra como si me la estuvieran diciendo en este momento, quizás porque el guía que nos contó la historia, supo crear un ambiente mágico en el que nos olvidamos de todo lo que había a nuestro alrededor y solo escuchábamos, casi hipnotizados, todo lo que nos decía. Supo, más que contar una historia, ponerla delante de nuestros ojos; de pronto nos encontramos allí con los personajes a nuestro alrededor, como si fuéramos seres invisibles viviendo en mitad de cada uno de sus episodios.

La historia que se nos contó aquel día posiblemente no se ajuste a los hechos históricos al cien por cien, pero yo no puedo resistir la tentación de repetirla y os aconsejo que os busqueís a un tipo parecido a aquél, que sepa contarla igual. Sentiréis la sensación inexplicable de estar viajando en el tiempo:

"Estamos en torno al año 970 y el califa Al Hakan II está maravillado por la extraordinaria habilidad de uno de sus servidores con las mujeres. El muchacho. que pronto será llamado Almanzor, sabe de la influencia que tienen estas, y hombre bien parecido, se dedica a colmar de regalos y atenciones a las mujeres del harén del califa, lo que le hace gozar de sus favores. El califa se pregunta maravillado como es posible que ellas solo aprecien los regalos que les da Almanzor.

Almanzor es ambicioso y cuando el califa muere, 6 años más tarde, ve que ha llegado su oportunidad, se convierte en co-tutor del nuevo califa Hisham II junto a un tal Al Mushafi. Este estorba a Almanzor que empieza a atraerse la amistad del poderoso general Galib, gobernador de Medinaceli, Al Mushafi se da cuenta de las intenciones que se esconden detrás y pide la mano de la hija de Galib pero Almanzor se entromete y consigue ser él, el que se case con la Hija del general y logra anular a Al-Mushafi, que desaparece de la escena. Además logra salvar al pequeño califa de una conjura y lo rodea de atenciones. En 981 culminan sus maquinaciones anunciando que el califa desea dedicarse a la religión y delega en él toda su autoridad. Pero su suegro, Galib, se opone. Se enfrentarán en una dura batalla en la que Almanzor saldrá victorioso y matará a Galib.

A partir de entonces se convierte en el azote de los reinos cristianos: devasta Barcelona en el 985, León en 988. Antes incluso, en el 977 ya había atacado Galicia, donde arrasa la basílica de Santiago (allí solo respetó el sepulcro del Apóstol  y al monje que lo custodiaba).

Solo con nombrarlo, los cristianos tiemblan. Sus reyes prefieren rendirse y pagar tributos antes que combatir con este guerrero que parece invencible. Además estamos acercándonos al año 1000 y muchos de ellos piensan que Almanzor es el mismísimo instrumento del Apocalipsis que viene a destruir el mundo. Algunos reyes cristianos, incluso entregan a sus princesas para que formen parte de su harén y así calmar su cólera. Sin embargo, de todos ellos, hay uno que no está dispuesto a permitir que Almanzor se pasee por sus tierras como "Pedro por su casa". Este no es otro que el conde de Castilla Garci Fernández, un hombre valiente, algo nada extraño si tenemos en cuenta que es el hijo de Fernán González y por sus venas corre sangre valiente. Se opone con todas sus fuerzas a Almanzor, pero no cuenta con que a veces... ¡el peor enemigo está en casa! Hemos dicho antes que Almanzor es un increíble seductor, y de nuevo va a hacer gala de esta habilidad. Visto que el conde es un duro enemigo, Almanzor va a enviar un mensaje con dulces palabras de amor a la mujer de Garci Fernández, preguntándole si no prefiere ser reina a ser condesa. Completamente seducida, la condesa solo piensa desde entonces en lograrlo y el único que se lo impide es su marido.

Unas navidades, la condesa licencia a los caballeros del conde y este se queda solo en su castillo. Avisado, Almanzor se presenta allí con un grupo de guerreros (parece ser que este hecho ocurrió en la zona cercana a Alcozar, en la parte oriental de la actual provincia de Soria). Al verlos, el conde, con su proverbial valentía no se esconce dentro de su castillo y sale a combatir. pero la lucha es desigual (además la condesa ha dejado su caballo sin alimento y este pronto desfallece). El conde resulta herido y es hecho prisionero y llevado a Córdoba, donde muere. Almanzor devastara después Castilla.

La condesa no termina ahí sus maquiavélicas maniobras y una vez se ha desembarazado de su marido, decide acabar con su hijo, el nuevo conde de Castilla Sancho García. Dice la leyenda que una morita avisó a Sancho y que este hizo beber de la copa envenenada a su madre y fue esta la que murió. De esta forma por fin se acaba con la condesa, que tanto daño hizo a Castilla. El intento de envenenamiento supone además que Sancho García, que también había participado de la traición a su padre, se dé cuenta de la barbaridad que ha cometido y profundamente arrepentido, busque con ansia la oportunidad de redimirse y sobretodo de vengarse. Esta oportunidad le llegará cinco años más tarde (estamos en el año 1002), y será en el llano al pie del pueblo de Calatañazor. Almanzor ha dirigido una expedición contra la Rioja y regresa de ella cansado y enfermo camino de Medinaceli. En el Valle de la Sangre le espera una gran coalición cristiana liderada por Sancho García, al que acompañan Vermudo II de León y García Sánchez de Navarra. Calatañazor está a punto de entrar en la historia...

Ambos ejércitos se enfrentan en una dura batalla pero Almanzor -enfermo- no es ese guerrero invencible que no conoce la derrota, y sus tropas, desmoralizadas por la situación de su caudillo no logran contener a los cristianos y son derrotadas, muriendo miles de musulmanes (según las crónicas cristianas).. Es la primera vez que Almanzor es derrotado, y bien sea por su enfermedad, bien sea por la amargura de la derrota, o por ambas, el caso es que Almanzor morirá antes de llegar a Medinaceli y será enterrado allí con todos los honores.

Vista parcial del Valle de la Sangre.
Esta victoria será considerada por los cristianos como una de las más importantes de la Reconquista y el nombre de Calatañazor escrito con letras de oro en la historia de España. Sin embargo ya entonces, los musulmanes hablaban de una simple escaramuza sin mayor importancia y algunos historiadores posteriores, incluso negarán que hubiera batalla de Calatañazor, pero en los años 70 del pasado siglo se estaban realizando unas obras en una mezquita de Fez y se encontró una importante y desconocida biblioteca, entre cuyas obras figuraba una que confirmaba que la batalla de Calatañazor existió, y que en ella fue derrotado Almanzor. Por tanto, podemos repetir ese dicho que se dice en el pueblo:

En Calatañazor
Perdió Almanzor
El tambor.

Esperamos sinceramente que os haya gustado este bonito relato. Tras la batalla, aunque la localidad no volviera a tener una relevancia tan extraordinaria para la historia, como la que esta le supuso, el pueblo creció porque muchos de sus nuevos pobladores vinieron atraídos por el prestigio que le dió la victoria.

Curiosamente tres siglos más tarde tuvo lugar otra batalla en su término aunque sin duda mucho menos famosa que la primera. Se enfrentaron en este caso el entonces obispo de Osma , Juan de Ascarón, y el señor de Calatañazor, Juan Fernández de Padilla; el motivo: el obispo compró la villa y castillo de Ucero y el noble los consideraba suyos e invadió la zona. En aquella época, para el obispo, acudir a la justicia hubiera sido muy lento y probablemente inútil, por tanto armó a la gente de su zona, presentó batalla a las tropas del Padilla y...¡la ganó!

Los Padilla fueron nobles importantes en Castilla, logrando Juan de Padilla ser el primer Adelantado en 1458, siendo rey Juan II. Su señorío abarcaba 17 pueblos de los alrededores. A partir del siglo XVIII, fueron los Duques de Medinaceli, con los que la familia había emparentado, los nuevos señores de la villa. Pero con el paso de los siglos, poco a poco, la villa va perdiendo importancia y su castillo se va derrumbando. En 1952 fue declarada lugar histórico-artístico nacional y desde entonces es un lugar bello y tranquilo que rezuma paz, y eso pese a los millares de turistas que cada año la recorren.

Accesos

 Para la mayoría de los que se acerquen hasta la villa, el acceso normal será la carretera nacional 122. La N-122, que cuenta ya con algún tramo aislado de autovía, coincide en parte con la calzada romana nº 27. Aunque sus trazados no coinciden exactamente, lo mismo que hacía en su momento la vía romana, sirve para conectar la zona de Zaragoza (entonces Caesaraugusta) con el valle del Duero. La N-122 nace en Zaragoza y finaliza en la frontera zamorana con Portugal; en nuestro caso usaremos el tramo comprendido entre Soria y Valladolid. Si venimos de Soria, a 27 km de la capital soriana encontraremos un desvío a la derecha que nos indica la pequeña carretera que nos conduce hasta la localidad (a lo largo de un kilómetro aproximadamente). Si venimos del lado contrario, el desvío esta a unos 29 km de Burgo de Osma -y claro está, se sitúa en el lado contrario, el izquierdo-.

Situación de Calatañazor:


Únicamente si venimos por la N-234, desde Burgos o por la zona de pinares, en la provincia de Soria, deberemos seguir un camino distinto. La N-234 ofrece varios desvíos, el más empleado, el que a través de "los dos murieles", es decir los pueblos de Muriel Viejo y Muriel de la Fuente, y por una pequeña carretera local, nos acerca a Calatañazor. Igualmente podemos llegar por carreteras similares cruzando por Cabrejas del Pinar o Abejar (esta última muy utilizada por aquellos que provienen de Covaleda, Duruelo, Vinuesa, Molinos de Duero etc...todas ellas localidades muy turísticas.

Mapa con los principales puntos visitables.



No existe transporte ferroviario aunque si de autobuses:
http://www.therpasa.es/
http://www.calatanazor.es/index.php/mod.pags/mem.detalle/id.29/relcategoria.1007/relmenu.70

 Principales lugares a visitar.

Calatañazor sólo tiene un acceso, situado al pie de la meseta rocosa donde se asienta, en el lado este. En la misma entrada teneís un pequeño aparcamiento, muy recomendable porque en el pueblo existen pocas posibilidades de aparcar (y menos en verano), únicamente os animo a intentarlo si llevaís con vosotros personas que tengan dificultades para andar o les resulte dificil subir cuestas.
La localidad es pequeña y se puede recorrer en un espacio de tiempo que iría desde los 30 minutos para los muy rápidos, hasta las dos horas para aquellos a los que les gusta verlo todo y con tranquilidad o quieran sentarse un rato a disfrutar de la paz o del paisaje a los pies o cualquiera de los muchos otros atractivos que tiene ante sí. A ese tiempo debemos añadir la comida, si decidimos quedarnos a comer.

Ermita de la Soledad:

Abside de la ermita de la Soledad.
Pequeño y bello edificio románico situado junto al parking, al borde de la carretera que conduce a Abioncillo de Calatañazor/Muriel de la Fuente, de aspecto restaurado. Destaca su ábside, con sus canecillos con cabezas humanas o animales, los capiteles de los contrafuertes -de estilo silense-, o sus tres ventanas con claras influencias decorativas del arte árabe primitivo. No debe dejarse de contemplar tampoco la puerta, en el lado que da a la carretera antes citada.


Puerta de la ermita de la Soledad.

Ermita de San Juan Bautista:

Ermita de San Juan Bautista vista desde las murallas.
Se tiene constancia de la existencia de por lo menos 7 ermitas en Calatañazor, sin embargo en la actualidad solo se mantienen en pie la anteriormente descrita de la Soledad y la de San Juan Bautista. Para encontrar esta última debes dejar la de la Soledad a tu izquierda y seguir la carretera que lleva a Muriel y a Abioncillo de Calatañazor, la encontrarás a tu derecha a unas decenas de metros de la carretera. Solo conserva sus muros en ruinas, que a duras penas consiguen resistir el paso del tiempo. Destacar su bonita portada.

Las calles de Calatañazor.

El atardecer se cierne sobre la entrada a Calatañazor.
Es hora de dejar los monumentos de las afueras y adentrarnos en el pueblo. Empezamos a subir la cuesta de la carretera y apenas hemos andados unos 100 metros, escondida detrás de la gran roca que sirve de asiento a gran parte del casco urbano, nos encontramos, justo al doblar la esquina, con sus primeras casas. El impacto es brutal...hemos retrocedido de pronto varios siglos. Estamos en la calle real, la calle principal que nos conducirá hasta el extremo opuesto del pueblo, mientras de paso vamos conociendo sus principales monumentos: la iglesia-museo, el rollo, el castillo... Calatañazor es uno de eso lugares donde uno no debe limitarse a ver sus monumentos, es muy importante recorrer sus calles. El aspecto de sus casas nos maravillará sin ninguna duda, construidas en un estilo arquitectónico propio de la zona, han sido construidas con un entramado de vigas de sabina, un árbol que ha sabido compartir con  la encina o el pino el terreno, mejor que en ningún otro lugar de Soria, que junto al adobe y la piedra, saben darle ese estilo añejo que sabe a tradición e historia, rellenas por ladrillo rojo colocado de perfil, el adobe o la piedra local, todo ello rematado por esa particular chimenea, propio de la cocina pinariega (zona de pinares de Soria), que asoma de los tejados y que nos guarda una gran sorpresa si logramos acceder al interior de las casas (de eso hablaremos luego). Caminar por sus calles es algo necesario para conocer su grandeza, cada paso que uno da le obliga a seguir caminando; cada rincón trae consigo un descubrimiento...
Casa pinariega en la calle Real.
 Sin olvidar sus soportales, cuya madera, desgastada por el paso de los siglos, parece desafiar impertérrita la gravedad mientras cobijan aún alguno de sus escasos y tranquilos habitantes.

El principio de la calle Real es una cuesta algo empinada pero pronto olvidarás el desnivel admirando las casas a ambos lados. Al llegar al primer cruce de calles, ya a media subida, verás la iglesia a la izquierda y una pequeña calle a tu derechaa, con mayor pendiente que la que acabas de subir. Tuerce a la derecha y sigue por esta última, sube la cuesta, deja a tu derecha el pequeño torreon del restaurante el Palomar, cruza la calle transeversal, cuando llegues al alto, y acercarte a las murallas. Eso si, ten cuidado donde pones el pie no sea que te emociones haciendo fotos y te caigas pendiente abajo. Este es uno de los mejores puntos para ver "el Valle de la Sangre", el escenario de la batalla de Calatañazor. Existen lugares que son especiales y que cuando los miras, despiertan en ti emociones que son difíciles de explicar, este valle es uno de ellos aunque sería bueno que leyeras la historia que he contado al principio mientras lo miras y después nos lo cuentas. Debajo de ti tendrás igualmente una buena vista de las ruinas de la ermita de San Bautista.

Pero debemos de seguir nuestra visita, te sugiero que vuelvas a la calle que acabas de cruzar y callejees por la zona que tienes a tu izquierda (ver foto debajo) y sigas disfrutando de la particular arquitectura local o de las vistas. Al final de la calle verás las impresionantes rocas, al otro lado del cañón que conforma el río.




Tienes unas buenas vistas que incluyen la carretera de entrada a la localidad, como puedes comprobar en la foto superior. Volvamos hacia nuestros pasos y tomemos una calle a la izquierda pero ante de volver a la altura del mirador, podemos echar un vistazo a la "Placetuela", una tranquila plaza de ambiente rural.

Casa de la placetuela.
Después de la Placetuela volvemos a la calle anterior, que en el plano catastral se llama calle del Tirador, y tenemos dos opciones volver a la iglesia o seguir hasta el castillo.

Iglesia de Nuestra Señora del Castillo y museo.

 Esta magnífica iglesia conserva restos de distintos períodos artísticos. Del románico tan solo permanece su muro occidental, donde se ubica la puerta, con sus tres arquitos ciegos apoyándose en el alfiz que le da un aire claramente musulmán y que posiblemente fue construido por artistas de ese credo. Por lo demás la portada es sencilla pero con una decoración simple con arquivoltas decoradas con roleos y hojas; todo ello rematado por un gran óculo ligeramente descentrado.


A la construcción románica se superpone una gótica posterior de la que solamente nos quedan evidencias en la capilla mayor, posiblemente construida en el primer cuarto del siglo XVI y ya en el siglo XVIII se debieron levantar nave y coro.

En el interior son varias las joyas que custodia la iglesia, empezando por una pila bautismal del siglo XI, el Cristo del Amparo -del siglo XV- que nos muestra algunas características primitivas de los Cristos de la época, como el paño muy largo o su aspecto tranquilo que contrastan con el retorcimiento del cuerpo y el dolor de los cristos barrocos pero que a su vez ya ha incorporado otro que rompen con el románico y el gótico temprano, como la aparición de la corona de espinas en la cabeza, que tenga un único clavo en los pies (los románicos tienen dos) o la sencillez decorativa del paño. A este Cristo del Amparo lo veneran 18 pueblos de los alrededores que son los que forman su Concordia.

Otra esplendida pieza de esta iglesia es su retablo mayor, en que luce con luz propia la bella figura de Nuestra Señora del Castillo, datada en el siglo XIII y figura principal del mismo. Se compone de dos partes. el banco y el primer cuerpo (la parte inferior), realizados por Francisco Rodríguez a finales del siglo XVI o principios del XVII, y el resto, obra de José Rodríguez a mediados de este último siglo (el XVII).

El retablo muestra escenas habituales del arte cristiano como: Jesús con la cruz a cuestas (banco inferior), 1º cuerpo con Anunciación y Nacimiento, en el segundo, Presentación, Visitación y Nacimiento de la Virgen. En el ático Adoración de los Pastores y Adoración de los Reyes y en la ventana central,  Crucificado sobre lienzo de la Jerusalén celeste. Todo el conjunto se completa con numerosas figuras que no enumeramos para no aburrir al lector.

Al museo se entra por una puerta lateral. Allí encontramos pequeñas joyas como las cuatro tablas góticas de procedencia desconocida aunque algunos las suponen provenientes de la ermita de la Soledad, representan la Oración en el Huerto, el Prendimiento, la Flagelación y La Cruz a Cuestas. De influencia flamenca, son una buena muestra de la importancia de Calatañazor en aquella época. Además podemos disfrutar de una interesante colección de pergaminos y privilegios rodados de los siglos XII y XV, una valiosa tabla de la Dolorosa, fechada en el siglo XV o una custodia de plata del siglo XVI, entre otras piezas.


El rollo.

Una vez visitados la iglesia y el museo volvemos a la calle real donde seguiremos su ya más suave cuesta hasta llegar a una plaza donde entre otras cosas se asienta su bonito rollo. En general solemos llamar a este tipo de pilares rollos o picotas, cuando son dos cosas bien diferentes, si bien es cierto, que a menudo se han usado para ambas funciones. Un rollo marca normalmente la jurisdicción  territorial (la soberanía de alguien sobre un territorio), mientras que la picota sirve de instrumento para ajusticiar. En el caso que nos ocupa fue ambas cosas. Como rollo significa la autoridad de Juan de Padilla sobre la villa y tierra de Calatañazor, tal y como se recoge en un documento conservado de 13 de abril de 1460. Pero también sirvió para ajusticiar, y de hecho, cuentan los habitantes de Calatañazor que así fue hasta que esto se hizo con una bruja y el rollo se torció (si os fijáis, pese a estar restaurado, aún se observa ligeramente su asimetría), y sus habitantes, asustados, no volvieron a ajusticiar a nadie.

Muy cerca de este rollo, encerrada en una pequeña cerca de madera, podemos observar lo que los lugareños llaman "la piedra del abanico", un fósil de hojas y tallos de palmera de la era terciaria, con una antigüedad de entre 11 y 20 millones de años que fue encontrado en las inmediaciones del pueblo.

El castillo.

El castillo domina el extremo contrario a la entrada del pueblo. Situado en una zona alta amesetada, de fácil defensa, con profundos acantilados en todos sus lados, excepto el orientado hacia el casco urbano, conserva su robusta torre del homenaje cuya silueta destaca poderosamente sobre el entorno, y algunos restos de su conjunto amurallado.

La torre principal fue construida con sillares de arenisca mientras el resto lo fue mayoritariamente en manmpostería (piedras sin tallar unidas por una argamasa de cal). El patio de armas es actualmente una explanada plana que parece una pradera, ideal para mover por el interior del edificio, o mejor dicho de lo que queda de él. Se conservan cuatro torres aunque de una de ellas, solamente algunos lienzos. Pero aparte de los restos, el castillo ofrece la magía de sus espectaculares vistas; así podemos contemplar el valle de la sangre de nuevo junto con las preciosas cumbres nevadas de las sierras norteñas de la provincia (esto solo a finales de otoño o invierno). A sus pies, una tumbas medievales excavadas en la roca, y, por si esto fuera poco, al lado contrario las rocas que coronan la profunda hoz del río o unas espléndidas vistas de conjunto de la localidad. Sin duda el castillo hará las delicias de los aficionados a la fotografía y también de aquellos que son capaces de sentir la historia y sólo con cerrar los ojos pueden sentir al conde castellano Sancho García entrando en la torre del homenaje mientras sus caballeros se presentan para el combate.

La chimenea cónica.

Confieso que me hubiera sido imposible terminar una descripción de Calatañazor sin hablar de sus particulares chimeneas porque siento una especialidad por ellas, quizás porque recuerdo haber pasado muchas tardes, ya de adolescente, en la cocina de un amigo que vivía en la villa. Nunca dejo de sorprenderme su tamaño; acostumbrado a verlas desde el exterior, donde su aspecto estilizado no mostraba lo que se escondía en su interior, me maravillaba ver como su diámetro iba aumentado de forma espectacular mientras iba bajando en altura hasta ocupar casi toda la cocina. Esa cocina pinariega, por otra parte igualmente entrañable, donde se pasaban las horas del frío invierno antiguamente, al calor de la chimenea. Aquí se discutían los pequeños y grandes momentos familiares, esos tan íntimos, que construyen una vida...

No dejéis de ver una chimenea cónica por dentro. En el pueblo se siguen enseñando con orgullo, así es que preguntar donde las enseñan y no perdaís esta oportunidad. Su técnica constructiva es igualmente sorprendente y muy curiosa: se fabrica un entramado de varas de madera, similar a lo realizado en cestería, que por el interior se recubre de barro y se encala, y por el exterior se recubre a su vez de trozos de teja unidos por barro. En la boca (la parte superior de la chimenea) se fabrica un aro de madera sobre el que se coloca un copete (cuatro tablas colocadas de forma piramidal) de madera, para impedir la entrada de agua y nieve.

 

Como combinar Calatañazor con otras visitas para elaborar un itinerario.

Son varios los itinerarios que se podría recomendar, aquí os dejo algunos ejemplos:

Itinerarios de 1 día:
Itinerario 1: Calatañazor, El Sabinar de Calatañazor y la Fuentona.
Especialmente recomendado para una escapada de un día con la vuelta prevista por la tarde. Podemos empezar por la Fuentona y terminar en Calatañazor o al revés. Los tres lugares están en un área de poco más de cinco kilómetros. La Fuentona es un paraje natural de gran belleza y el Sabinar nos muestra el bosque  de sabinas mejor conservado de Europa.
Itinerario 2: Calatañazor La Fuentona y Burgo de Osma. En verano, la sugerencia podria ser Burgos de Osma por la mañana y el resto por la tarde puesto que hay más luz, y en invierno al revés aunque sería mejor adaptarnos a lo que nos venga mejor según nuestro lugar de procedencia y siempre consultando antes los horarios de los diferentes monumentos visitables en su interior.

Itinerarios de fin de semana:

Para viajar por los alrededores de Calatañazor durante un fin de semana, lo más lógico es combinar como mejor le venga a uno las siguientes visitas: Calatañazor, el Sabinar, la Fuentona, Burgo de Osma y Cañón del río Lobos. Para aquellos que sean rápidos visitando podríamos añadir el castillo de Gormaz o el románico de San Esteban de Gormaz.

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